jueves, 8 de mayo de 2014

REPORTAJE #2

MUROS, PINTURAS, ACCIÓN

Un profesor de la Universidad dijo que los peruanos podíamos ser malos para cualquier cosa, excepto para la poesía. Creí que su feeling por los vates nacionales lo sesgaba hasta la exageración. Pero no.

Clase tras clase, era víctima de las bofetadas de Vallejo, de la errática mano de Adán, de los laberintos de Oquendo de Amat y de los delirios pasionales de Moro. Washington Delgado, Blanca Varela, Juan Gonzalo Rose, Jorge Pimentel, Luis Hernández, Westhpalen, Chocano, Heraud… y una página siempre será ingrata para todos nuestros poetas.

Los que no son para nada ingratos, son los muchachos de Acción Poética Lima. No es tan sólo esperanza, pero es la primera palabra que se me viene a la cabeza cuando observo sus murales. Entonces, los comparo. Son los herederos de Eielson, pienso, el mismo que dejó fragmentos del universo regados por las calles de Venecia, los mismos que pintan versos en las paredes. Murales.


Acción Poética nació en un México destruido por el narcotráfico, hace 15 años. Su padre, Armando Alanis, quería dar mensajes de aliento a sus compatriotas.  El resultado es un movimiento literario-social-filántropo que se expande por toda Sudamérica. ¿Por qué lo hacen?, le pregunto a Antonella, fundadora del proyecto en nuestra ciudad. Queremos sensibilizar a las personas, hacerlas reflexionar, darles mensajes que las motiven y las ilusionen. Queremos que conozcan nuestra riqueza poética. Queremos que la gente lea. Y lo están consiguiendo. A pesar de que a nadie le interesa leer, concluye. Pienso: si las personas no van a las bibliotecas, los versos salen a las calles. Hoy, la vida te puede sorprender al doblar una esquina con algo así: “Estoy cansado, pero no vencido”. “Prohibido estar triste”. “Saber más es ser más libre”.




Leer poesía es revolucionario, continúa Antonella. Nayla, su compinche en este sueño de la realidad llamado Acción Poética, me dice: soy una mujer revolucionaria. Yo sonrío. Pidió permiso a sus padres para pertenecer al movimiento. Ellos se lo negaron. Aquí la tenemos. Antonella tiene 17 años; Nayla, 18. Acción Poética Lima está conformado, en su mayoría, por jóvenes decididos.

¿Quiénes financian el proyecto? Ellos mismos. ¿Quiénes buscan las paredes? Ellos mismos. ¿Quiénes las pintan? Ya saben. En 5 meses, hay 61 murales en toda Lima. El movimiento se ha descentralizado: hay Acción Poética en Trujillo, Acción Poética en Pucallpa, Acción Poética en Piura, y en otras 10 ciudades del país. Prefieren mantenerse alejados de la política. Muy bien. Todos son bienvenidos. Si te interesa: únete. No hay fines de lucro. Pienso en ellos, pienso en mi generación Combate, y la duda regresa: ¿Por qué?

Una mañana, fuimos a hacer una intervención –así es como le llaman a la poetización de las paredes- en Surco, me cuenta Antonella. Estábamos pintando algo de Frida Kahlo. Nos dimos cuenta de que una señora nos miraba desde la ventana del segundo piso de en frente. Luego, se presentó mediante un intermediario, su sobrinito: su nombre es Adela, tiene 85 años y quiere saber a quién le pertenece la frase “¿Para qué quiero pies si tengo alas para volar?”. La señora sufría una enfermedad que le hacía difícil caminar. No hay palabras para describir su mirada desde la ventana, me dice Antonella –y sus ojos brillan-. Que alguien se emocione así con lo que hacemos es nuestra recompensa. Entiendo todo.


La Acción Poética está en las calles. El proyecto no sólo se limita a pintar muros. Los muchachos tienen pensado organizar talleres de creación de murales, subirse a los micros a recitar poemas y regalar tarjetitas con versos a los transeúntes. Si algún día leen “Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido” en vez de “Tu envidia es mi progreso” en la parte trasera de un micro, ya saben a quiénes culpar.

Iniciativas como esta merecen ser difundidas y aplaudidas –clap, clap-. No sólo reivindican y rinden homenaje a nuestros poetas al recordar sus frases en los murales, también alientan a los ciudadanos a seguir siempre en la lucha. A no rendirse. A ser libres. A soñar con lo infinito. 

Con lo imposible. 



Creo que cuando Víctor Vich dijo que somos buenos haciendo poesía, quiso decir que de verdad somos buenos. La hacemos bien.

Abril, 2013

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