Kami Velvet
Fotógrafa independiente. Nació en octubre de 1987. Paseó por IPAD. Alguna vez viajó hasta
Argentina para estudiar actuación. Está soltera, tiene una agenda de locos, y
dice que trabaja mucho porque tiene que pagar su comida y sus deudas. Creencias
religiosas: vegetariana. Facebook: Kami Velvet. A 224 personas les gusta esta
página.
¿Es la primera vez que te entrevistan?
No, la primera fue
para Perú.21, tenía que contar mi experiencia como fotógrafa.
Si el arte es una forma de expresión de la realidad, ¿cómo ves el mundo desde
tu cámara?
Esquizoide.
¿Cuál ha sido la fotografía más triste que has tomado?
Sobre el
autorretrato. No sé si podría catalogar alguna de mis fotografías como triste,
pero en todas existe algo que me conmueve. Roland Barthes habla sobre el punctum en su libro “La cámara lúcida” que
es como una flecha, como un golpe en la boca del estómago, casi siempre alojado
en algún detalle de la fotografía. Al ser mi trabajo autobiográfico, este siempre incluye un detalle que me
transporta a un momento de mi vida. Es como ver un álbum familiar, no puedo
dejar de sentir nostalgia.
La simetría, la
frialdad, lo minimalista. El equilibrio es algo que me preocupa bastante a la
hora de componer una fotografía y pienso que con esos tres factores puedo
lograrlo. Los utilizo mucho: líneas, luces fuertes, espacios planos. Más que
todo es una cuestión intuitiva y personal. Todos tenemos conceptos diferentes
sobre lo que significa equilibrio.
¿Hay alguna persona viva o muerta a la que te gustaría tener la
oportunidad de fotografiar?
La lista es muy
grande, por eso te contestaré con lo más cercano. Me gustaría volver a fotografiar
a mi abuelo paterno. Lo hice una vez antes de su muerte, pero fue una foto muy
improvisada, sin que él se diera cuenta.
Me gustaría sentarlo
en mi estudio y tener el mismo ritual que tengo con todas las personas a las
que he podido fotografiar con tranquilidad.
No tuve la oportunidad de conocerlo bien porque él vivía en Arequipa y
fueron pocas las veces las que pude ir a visitarlo. Sin embargo, puedo afirmar
que él es la persona con la que más me identifico de toda mi familia. Mi abuelo
Lucho fue un gran periodista y también amante de la fotografía.
¿A quién admiras?
Admiro a muchas
personas, pero actualmente estoy investigando sobre el rol de la mujer en el
arte, entonces tengo frescos los nombres de
Nan Goldin, Barbara Kruger, Hanne Darboven, Frida Kahlo, Yoko Ono,
Marina Abramović, Jane Antoni, Jenny
Holzer entre otras.
Cuéntame un sueño tuyo, o sea, de esos que se tienen al dormir…
Tengo un sueño recurrente. La locación se parece a una playa en la que
solía veranear cuando era niña. Una ola gigantesca aparece de pronto, casi
siempre me salvo, pero antes de hacerlo hay una antesala de desesperación. En
mis sueños soy la única que está consciente, los demás van en cámara lenta.
Completa la frase: Si no fuese fotógrafa sería… ¿Por qué?
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Desde mi punto de vista, hay una proliferación de fotógrafos en Lima,
aparecen con sus cámaras por todos lados. ¿Hay suficiente campo laboral para
tantos? ¿El aumento de fotógrafos es positivo o es perjudicial para ustedes?
Es odioso
generalizar, pero tener una buena cámara no te hace fotógrafo.
Sí, hay suficiente
campo y para todos los gustos, de eso no hay duda.
Lo perjudicial, en
términos comerciales, es cuando el fotógrafo no sabe valorar su trabajo y cobra
baratísimo, entonces el trabajo de otros fotógrafos se ve afectado porque los
clientes comienzan a pasarse la voz y dicen “pero si a mí me cobraron 50 soles”
y ese tipo de cosas.
Eso es lo único negativo, después es algo que
no me interesa ni me afecta.
¿Cuál ha sido la ocasión más aburrida en la que has tenido que tomar
fotos?
Nunca me he aburrido
tomando fotos, pero hubo un tiempo en el cual trabajé haciendo sociales y fue
emocionalmente devastador.
¿Existe algo en Lima que te parece necesario fotografiar?
Su destrucción.
¿Alguna toma imposible que quisieras lograr? ¿Un concepto que anhelas
realizar?
Tengo muchas, pero
aún creo que puedo lograrlas, así que prefiero reservarlas para esa ocasión.
¿A quién jamás le darías una cámara?
Soy una dictadora con
mi equipo de trabajo. Solo les he dado mi cámara a otras personas tres veces.
La tercera fue a un redactor que estaba de comisión conmigo y aseguraba que él
podía tomar la foto que necesitábamos. Me sentí ofendida, pero aún así decidí
darle mi cámara a modo de defensa porque sabía muy bien que le iba a salir
cualquier cosa. Cuando regresó lo llevé a un rincón para revisarlas juntos y,
claro, eran una porquería.
No le daría una
cámara a personas como él, que creen que tomar una BUENA foto -porque una foto
la puede tomar cualquiera- se logra haciendo clic en modo A.
Me contaste que eres bastante selectiva con las solicitudes de
amistad en Facebook, ¿tantas recibes? ¿Te sientes como una rockstar de la
imagen?
No, para nada, lo hago por seguridad
porque soy paranoica. Es más, no tengo agregados a mis familiares más cercanos
(mis padres y hermanos) porque hay personas en mi lista de contactos a las que
no conozco de verdad y no tienen porqué enterarse de cosas que yo no deseo
mostrar. No tengo muchas fotos familiares, no me interesa colocar datos sobre
mi ubicación, no uso smartphone y ese
tipo de cosas. Mi meta es dejar de usar mi Facebook personal y sólo actualizar
el fan page, porque -por ahora- el Facebook me sirve para mostrar mi trabajo.
¿Te miras mucho en el
espejo?
Sí, es un ejercicio saludable de reconocimiento.
¿A quién le darías una cámara para que te fotografíe?
Es contradictorio,
pero no me gusta que me tomen fotos.
¿Cuál es el mensaje en tus fotografías?
La
fotografía es un instrumento de búsqueda personal y a través de estas
experiencias hablo sobre temas cotidianos. La pérdida, la muerte, la soledad y
el desapego. Busco hablar sobre estos
temas y llevarlos a la reflexión.
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